Por: Jorge Degli Innocenti
Jorge estudió abogacía, Alta gerencia Pública y Management y Marketing político. Militante de la juventud peronista en los años `70. Dentro de su amplia trayectoria en la labor política y social presidió una sociedad de fomento, fue concejal durante 20 años, autor de ordenanzas, presidente de bloque.
Además fue fundador de la Federación de Actores y Directores de la Argentina y hoy es socio de Argentores. Integra la comisión de Gobierno y políticas públicas del Instituto Patria. Fue fundador de la radio FM Federal. Entre otras tantas cosas.
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Creer que somos zonzos, o en todo caso capaces de cometer zonceras, sin siquiera proponérselo. Es una negación, de que hechos trascendentes tuvieran esa impronta en la historia nacional. Aunque las zonceras atraviesan por igual todas los sectores, debe siempre entenderse, que prende más en el medio pelo (o la famosa “clase media”) que en ninguna otra. Desde un pequeño comerciante a un gerente de una multinacional. Y donde quedan dos sectores afuera, los extremos de la sociedad: los más ricos y los más pobres. Unos se diferencian por su particular circunstancia de ser los que más padecen; otros, los que están en el otro extremo, son verdugos, sin piedad de que sigan así. No son zonzos, sino verdugos y víctimas.
El resto tiene una particularidad de ser un sector muy móvil, sujeto a los vaivenes de las decisiones de los más poderosos. No hay descenso de los trabajadores a un puesto en la clase media. Es solo ascenso. Aunque, si de acuerdo a posibilidades, siempre frágiles y no firmes, el pase de los más débiles hacia arriba, en circunstancias, basta apenas una brisa, para devolverlas a su lugar de origen. En los casos de sectores medios a la condición social descendente, lugar que no se percibe como un parecido de donde salió aunque no acepte y vuelve, siempre se sentirá mucho más cerca a una clase media alta. Aunque para este sector, no puede ni quiere aceptarlo. Ya que puede sentir un cimbronazo, pero se recuperará inmediatamente. Son, no quieren ser.
Y esto es típico de los sectores medios, piense como piense; no por un escala social ascendente, sino por la zoncera de asumir lo que no es, sin siquiera lograr ser aceptados. A lo sumo, tolerados.
Entonces estas trasversales zonceras, hacen repetir, y creer a muchos/as lo que dicen “las noticias”. Todos somos Nisman fue un ejemplo. Y marcharon, en recuerdo de dudosas calidades en sus actuaciones, y muchos más atraídos por un bon vivant que por un fiscal serio de la causa Amia, y esto yace en la idea de cómo vivir muy bien de una causa, rodeado de lujos y placeres pagos por el Estado. Sin producir algo serio para la causa que lo tenía como cabeza de la investigación. O sea adjudicarse, ser un pésimo ejemplo. Pero aunque se sabe qué pasó, sin dudas, la culpa tenía que ser de Cristina, y bajo este paraguas convirtieron un hecho trágico y personalísimo, en un invento mediático.
Marchaban, con caras conspicuas y sufridas por el magnicidio de “La Yegua”, hasta que un día no lo hicieron más. Se instaló como verdad revelada en los sectores cautivos del poder real. Obvio: el tema no involucra ni es causa nacional. Pero generó consecuencias. Una zoncera peligrosa, afirmar “yo soy, el que mató CFK”, el que investigaba su actuación como gobierno”. La gran víctima de esa zoncera, fue Jacobo Timerman, sin fundamentos más que el temor que muriese en el exterior. Más que como un acto de soberbia, de un también condenado a la misma enfermedad, fue por una manera de dar un mensaje de una comunidad y su política regente a alguien fervientemente creyente y practicante, que intentaba lograr la aclaración de un tema nacional. Pero, de fuerte pertenencia a una colectividad religiosa local, y que desde sus cenáculos, no coincidentes con todo el resto de la comunidad, pareciera que no se termina de buscar que se aclare definitivamente, se resuelva. Y justamente, en su gran mayoría, estos sectores tradicionalmente son antisemitas, con sus conductas diarias. Muches ni saben hoy que de pronto, decían y afirmarlo, ser, tato, como el Canciller, es más este de religiosidad probada, y practicante, seguidor de las tradiciones. El fiscal, no seguía ninguna.
Coincide el yo soy, con otra zoncera trasversal: Yo soy Vicentín, el pobre fabricante de fideos, y no un entramado, faccioso, pero que el gobierno fue en contra de la propiedad privada. ¿De quién? No sabían siquiera de la triangulación, del tráfico fluvial, de la falta de control de los dueños de los puertos a la Vera del Río. Y la gran deuda con acreedores locales. Y la más grande, la evasión fiscal o los préstamos de bancos estatales, o sea nos robaban a nosotros y no era un Vicentin sino un complejo con sede en Uruguay y Paraguay, en vías de proceso de quiebra, iniciado en la justicia, antes de ser visibilizado. O no hay más claro ejemplo de la zoncera: un humilde personaje en un auto Fiat Senda, de moda en los 80/90, con 30 años de uso, y escaso valor, poniendo los carteles de “Yo Soy Vicentin” en los vidrios. Ni para comprar un paquete de fideos le alcanza. Como si por creer o asumir que lo es y orgulloso de serlo... Exhibiendo la zoncera de creerlo, es culpable de realizarlo. Sin dudas, porque además comete una confesión de parte. Si sos Vicentin, pagá lo que debes. Aunque signifique vender tu capital mínimo, representado por el valor de ser Vicentin. Nada. No sos y lo que tenes, te exhibe y te aleja más de la realidad. Patético.
Y claro, somos republicanos y demócratas; parecemos a la Atenas de los filósofos. Aunque, como dice Anibal Fernandez: para algunos sectores decir escrúpulos, es creer que es una isla griega, y sin esto, pero en nombre de lo que se te ocurra, están habilitados para seguir a las deliberadas y aceptadas “verdades” emitidas por donde sea y en aras de pedir libertad de expresarse, cuando en realidad lo hacen públicamente, y sin censuras. Que zonzos, los que lo creen.
La visualización de marchas donde como una Babel de motivos, se juntan siempre “autoconvocados” por Patricia Bullrich, Macos Peña y Cambiemos. Motivo de profundo estudio, unos marchan contra el 5G, otros por el Terraplanismo, otros por conspiraciones internacionales, antivacunas, por Nisman, por la República, la libertad, por la seguridad, por la cuarentena, por la libertad cercenada aunque esté libremente reclamando y están ahí sin que nadie los moleste. Y la lista es muy larga. Tal vez solo así podrían ser reunidos, porque explicar los motivos generales o comunes, son fijados por agendas que no los consultan. Y van y vuelven, gritan. Y los verdaderos motivadores quieren ser dueños de un país que odian (robada frase). Ah. Eso. Si CFK, es el único punto común, de estos a-políticos, a-partidarios, que votaron a Macri, y que se reconocen antiperonistas. O sea, se contradicen ellos mismos. Antes eran más graciosos verlos pelear a los neonazis, con los anarcoliberales de Milei, Espert. Que zonzos.
Levantando un poco la escala, llegamos a obsesivas conductas de personajes televisivos que compiten por ser quien nombran como letanía, el nombre de CFK, llegó el ganador a nombrar 65 veces en 40 minutos. Obsesión, cuasi paranoica o amor no correspondido. Está enamorado el zonzo. Cuestión de marketing, esconder su origen semita, en un ambiente lleno, y para nada discriminados, en ese aspecto. Será parte de su zoncera, no exclusiva, ni original.
Decíamos que es transversal, porque cualquiera puede cometerla o reivindicarla. Con mis impuestos pago a los vagos que no trabajan y a los políticos; Cambiemos son ricos, no cobran sueldos, ni roban. Los que explotan la soja y el trigo, que no son el Campo, no quieren pagar más retenciones porque pagan 100 impuestos, obvio, después buscas y no pagan Afip, al Banco, a sus trabajadores golondrinas, ni las patentes, de chatas y autos caros, y menos los impuestos municipales en sus casas en la CABA. Qué zoncera. Si todos pagamos más de cien impuestos: compras aceite, cerveza o una lata de tomate o jabón, y pagas todos los impuestos. Es más, con lo que pagamos en el almacén todos los días, una parte corresponde a publicidad, con lo cual los dueños después distribuyen de acuerdo, ya no a selectivas posiciones de promover la compra, sino como medio de sponsorear políticas económicas que los favorecen. No sería una zoncera decir que con nuestros impuestos pagamos la voz de tantos mercenarios serviles que pululan, el éter de la radio y televisión.
Y como conclusión el gran Umberto Eco, estudioso hasta el último día, la relación lectura y redes. Y resumía en una conclusión, que aparece en su último libro, recopilación de artículos y conferencias dadas en sus últimos tiempos, y que mostrará sin proponérselo, una gran zoncera, mundial, donde el ”lo leí o lo oí en las noticias”, de la radio, TV o diarios, mutó por “lo dicen en las redes”. Contaba, que costumbre de salir del trabajo, y pasar un rato por el bar, bodega o lo que fuese, y tomar algo, relacionarse, siempre allí hay o había, un personaje por todos conocidos y que por un trago, contaba la ocurrencia más absurda, abyecta o cómica, sobre eventos de la actualidad. Y que satisfecha la necesidad del trago, a la hora de volver a casa todas las imbecilidades escuchadas se iban perdiendo, quedaban así, encerradas. No trascendían, no adquirían relevancia, cuanto más cerca del hogar y lejos del bar, hasta desaparecer totalmente al entrar. Y allí terminaba. Hoy, con las invasiones de las redes, resulta que esa opinión, casi íntima personal hecha a unos pocos parroquianos y que no poseía trascendencia, a lo sumo una sonrisa. Ahora con publicar en alguna red, termina resultando que hoy un imbécil, se cree con el derecho de discutirle o dar su opinión, hasta en su especialidad a un Premio Nobel. Claro ejemplo que demuestra el fenómeno de decir alguna cosa, de cualquier tipo, donde grandes cantidades de gente las leen, repiten, como verdad revelada. Y sin ningún asidero o viso de realidad. Y lo vemos en las opiniones que se versan, en tantos lugares. Aunque una gran zoncera impuesta, si queda. Causa efectos, y hoy cuestionadas éstas redes, obligándolas a poner freno a las fake news, siempre generadas por el mismo sector ideológico mundial, ya no se los pinta como fenómeno. Menos como verdad. Total ya se sabe La culpa de todo son los K, que se robaron todo.