¿Cómo se implican micro y macropolítica? ¿Qué estilos de vida producen cada uno de estos planos? ¿En qué punto es posible construir prácticas y relatos de resistencia al poder de lo Uno?

Preguntas siempre abiertas en cada encuentro del Foro de Pensamiento Crítico, que nos invitan a repensar la construcción de formas altarnativas de tejer la trama entre lo singular y lo colectivo, entre cuerpo, deseo, y política.

En “El murmullo de lo ambiguo, toda una política” (2016), Adriana Zambrini y Maximiliano Frydman construyen una cartografía abierta de ideas y afectos a partir de la cual divisar y potenciar aquellas líneas de fuga que imaginan y trazan otros mundos posibles.

Aquí les compartimos un fragmento del libro donde, especificamente, trabajan la relación e implicancia entre el plano de la macropolítica y de la micropolítica, pensando desde alli el desafío de construir nuevos agenciamientos donde la potencia de lo múltiple no sucumba ante el intento constante y sucesivo de reterritorializaciones despóticas.

“Micro y Macro… un tejido” *

Se diría acaso, dos personajes intensivos. Aún más, dos entidades políticas. Ellas, cada una por su lado y en su encuentro, productoras de política; esto es, usinas de subjetividades… estilos de vida.

Lo micro no busca la fisura en lo macro para su expresión; es la expresión misma de lo micro lo que produce y hace proliferar por contagio la fisura en lo macro. Es en este estallido del encuentro que surge un acontecimiento.

Si pensamos lo macro como el mundo de la representación y las formas, podríamos aventurar un pensamiento; lo micro –fuerzas libres- toma de las mismas representaciones las fuerzas anómalas para operar luego sobre los bordes que habrán de desfigurar y, poco más tarde, re-configurar nuevas representaciones operativas. Este encuentro entre consistencia y organización, necesario siempre para una nueva trama de sentidos, dejará en evidencia la naturaleza diferente de los planos y su implicancia mutua. Así entonces, las representaciones intensivas de lo micro, representaciones de borde, coexisten con las representaciones centrales, provocando un efecto de desestabilización y presión sobre lo Uno. Se recordará que no es sino desde un territorio codificado, que han de aventurarse las líneas de fuga. Es pues en esta interrelación de ambos movimientos, micro y macro, que acaece una acción y un relato de resistencia a los dispositivos de poder.

Ninguna de las dos instancias, por absolutas que puedan esgrimirse, puede prescindir de la otra. La modulación que entretejen se aprecia en términos de dosis; la proporción de una u otra en una sociedad y su malla socio-histórica, así como en la subjetividad individual, no son más que expresiones de dicha trama afectiva. Tal movimiento no es cíclico; asume, en cambio, una dinámica audaz y expresiva ante las fuerzas excesivas de dominación que operan en ese momento.

Se advierten hoy movimientos decididos. Ellos parecen arrastrar al ecosistema hacia líneas sumamente transformadoras por el mismo carácter mutante de las fuerzas libres allí operantes. Nada será ya lo mismo. Acontecimiento. Este antes y después marca un camino de época que fortifica las subjetividades lábiles y desestabiliza aquellas otras rígidas. La presencia contundente de la multiplicidad de lo micro-social, privilegia una aceleración en el pensar y el sentir que pone en riesgo la permanencia de los centros, pero así mismo el peligro de su propia abolición. Es por esto que se vuelve insoslayable el lograr componer con elementos macros de las grandes formas sociales y de la ley, para establecer nuevas relaciones de juego. La disolución absoluta del plano de las normas de organización institucional produciría una velocidad de disolución subjetiva colectiva e individual. Se necesitan crear nuevas instituciones, más que negar su existencia. Hablamos de nuevas composiciones de relaciones que creen nuevos agenciamientos, de cuyas potencias transformacionales y diagramáticas dependerá la eficacia de sus semióticas para producir una mutación en el pensar, el sentir y la percepción de mundo.

Son momentos de expresión y rápida efectuación de nuevas voces… es forzoso tener cautela para evitar ver las fuerzas libres nuevamente paralizadas bajo el sutil juego de colonización que las lleve de regreso hacia las dramaturgias confrontativas. Sucede que la instancia afectiva de lo micro instala rápidamente otros modos de relación con lo establecido. El riesgo es demasiado conocido: quedar absorbido por los centros axiomáticos y devenires microfascistas.

Este es el desafío hoy ante el intento de sucesivas reterritorializaciones despóticas.

*Adriana Zambrini , Maximiliano Frydman (2016). El murmullo de lo ambiguo, toda una política. Ediciones Campo Grupal.

 

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