Por Marcela Mariana Macari y Juan Domingo Perón
Marcela es docente universitaria y de nivel medio. Además es guía universitaria en turismo. Por su lado Juan Domingo es docente de nivel medio y Licenciado en Ciencias Ambientales. Ambos residen en Berazategui, ciudad al sur del conurbano bonaerense.
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Arturo Jauretche a través de su obra nos propone pensar la zoncera como un sistema lógico construído a partir de un axioma que, con pretendida objetividad e incuestionabilidad, se nos inculca a través de diversos medios. Las zonceras, impuestas y repetidas sistemáticamente con pedagogía colonialista, impiden “pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido” (Jauretche)
Al decir de don Arturo, pensamiento con el cual coincidimos, la madre que parió a las demás zonceras es “civilización o barbarie” y su mentor fue Sarmiento. Esa idea implica un juicio basado en la ineptitud del nativo, pero asimismo transferido al hijo del inmigrante, a los migrantes internos y, desde ya, al sector más pobre de nuestra sociedad. Pobreza que, por otro lado, la generación de Sarmiento junto con sus sucesores, han edificado desde los inicios del Estado Nación, con sus sometimientos, inequidades, expoliaciones y cipayismo.
De esta zoncera derivan las demás, pero en este artículo queremos dedicarnos a pensar en la zoncera expresada por la ex gobernadora María Eugenia Vidal pero compartida por tantos: “Nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad”
Las zonceras nacen como prejuicios y se instalan como razones siendo falacias. Son “enunciados que se automatizan y terminan por constituirse en coartadas perfectas para la inacción” (Narodowski, 2018) En estas coartadas para la inacción se sustenta la zoncera dicha por la ex gobernadora. Si ningún pobre llega a la universidad, es suficiente argumentación para aceptar la naturaleza de la desigualdad. “logrando la paradoja de que no importa cuál sea el plazo de concreción del cambio puesto que ningún cambio es posible” (Chendo, 2018)
Por supuesto que no es la única zoncera en la educación, hay otras tantas que justifican y refuerzan la idea de exclusión natural, de inequidad pasivamente aceptada, de mérito clasista. Desde Gonzalez Fraga, quien dijo que le hicieron “creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”, y, aunque no habla del acceso a la educación, podría abarcarlo implícitamente; hasta el “¿Qué es esto de universidades por todos lados?”, palabras del entonces candidato a presidente Mauricio Macri, difundidas en 2015, o la indignante frase del ex presidente cuando, en momentos de ponderar una prueba foránea de índices de rendimiento formativo, habló de “caer en la escuela pública” como un castigo para quienes no pueden pagar una escuela de gestión privada, que, por supuesto, el personaje reconoce como de mayor calidad educativa.
La Provincia de Buenos Aires tiene 22 universidades nacionales públicas. De ese total, diez fueron creadas en los últimos 15 años, todas durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Del total de 22 universidades, 14 están ubicadas en el Conurbano bonaerense.
La ex gobernadora pronunció la frase "¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de universidades públicas, cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?” en una charla ante socios del Rotary Club en el Hotel Sheraton. Primero se erige en jueza de equidad como si sólo ella o quienes la acompañan pudieran tener la altura moral para evaluarla. Y por otro lado, cuando dice “todos los que estamos aquí” también alimenta ese concepto que habilita a unos pocos elegidos a ordenar la vida de todxs.
Los datos, sin embargo, muestran un crecimiento de personas de bajos ingresos que viven en el Conurbano y asisten a universidades nacionales. En base a cifras de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, sabemos que en 2015 había 315 mil personas residentes en el Gran Buenos Aires que asistían a universidades públicas, la mayoría a establecimientos ubicados en el Conurbano.
De esas 315 mil personas, casi el 12% pertenecían al quintil de menores ingresos, es decir, al 20% más pobre de la población del Conurbano. En número absolutos, había casi 38 mil alumnos del quintil más pobre en universidades nacionales. En el quintil de mayores ingresos, es decir, el 20% más rico, el número llegaba a 83 mil alumnos, el 26% del total.
No esquivamos la problemática de la inequidad educativa en nuestro análisis, sabemos que el que nace en la pobreza tiene muchas dificultades económicas para asistir a la universidad; sin embargo los números muestran una evolución favorable. Los dos quintiles de más bajos ingresos del Conurbano fueron los que más evolucionaron en la matrícula de universidades nacionales. En el período 2008-2015 la matrícula en universidades nacionales en el quintil más pobre del Conurbano creció un 47%, y el quintil siguiente (quintil 2), creció un 95 por ciento. Por otra parte, el quintil de más altos ingresos (quintil 5) creció un 21%, y el que le sigue en ingresos (quintil 4) creció un 28 por ciento. Según un relevamiento de las mismas universidades, podemos dar cuenta de que, por ejemplo, en 2016, en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) el 72% de los egresados era primera generación de universitarios de su familia, mientras que en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), ubicada en Florencio Varela, el 85% de los estudiantes eran primera generación.
La universidad pública es hoy una de las pocas herramientas de movilidad social ascendente que existen en Argentina. Es la que garantiza la igualdad de oportunidades y de formación, de tal manera que el acceso a la educación superior se constituye como un derecho humano inalienable e irrenunciable.
Estamos convencidos de que el acto de pensar es cuestionar lo que el sentido dado, a través de ideologías y la opinión pública establecidas por los grupos del poder hegemónico y sobre todo difundidas por los medios de comunicación, se empeñan en presentarnos como obvio, natural, razonable. Por ello es indispensable deconstruir la lógica de las zonceras impuestas, que estamos habituados a repetir irreflexiva y acríticamente, y desarrollar la práctica de reflexionar de manera autónoma. Eso contribuirá a liberarnos, es decir, descolonizarnos, tanto individual como comunitariamente.
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Bibliografía
CHENDO, M. (2018). Manual de zonceras educativas: Narodowski y una lectura jauretchiana de la educación. Archivos de Ciencias de la Educación, 12 (14), e053. https://doi.org/10.24215/23468866e053
COOKE, J.W. (2009). Obras Completas. Peronismo y revolución. Apuntes para la militancia. La lucha por la liberación nacional. Informe a las bases.Tomo V. Buenos Aires: Colihue.
JAURETCHE, A. (1973). Manual de zonceras argentinas. Buenos Aires: A. Peña Lillo Editor.
NARODOWSKI, M. (2018). El colapso de la educación. Buenos Aires: Paidós.
PAGINA 12. 31 de mayo de 2018. El prejuicio de un gobierno para ricos. https://www.pagina12.com.ar/118378-el-prejuicio-de-un-gobierno-para-ricos
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL. (2016) http://observatorio.unipe.edu.ar/wp-content/uploads/2016/08/Dossier-del-Observatorio-Educativo-de-UNIPE-Universidad.pdf