Por Kevin Libsfraint

Kevin tiene 27 años. Vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es socio y dirigente de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. Miembro de la Coordinadora de Hinchas. Estudiante de la Licenciatura en Sistemas de la Información en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

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Desde hace unos meses, tengo el placer de participar de un espacio de formación y debate político, el cual me ha enriquecido en herramientas para comprender y analizar la realidad que nos rodea.

La figura de Arturo Jauretche fue ineludible a la hora de conversar sobre nuestra historia y sus incumbencias en nuestras vivencias en los tiempos que corren. Particularmente, una frase que destaqué sobre él fue la siguiente: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”

La campaña electoral del año 2019 fue protagonizada por la esperanza, el 10 de diciembre fue una jornada de plena alegría e ilusión, y los meses posteriores, incluyendo los primeros días viviendo en pandemia, fueron con escenarios de optimismo de cara al futuro. Luego, el Gobierno perdió la predominancia en la escena pública contra la oposición, la cual no solo fue encarnada en sus actores políticos sino también en los medios de comunicación, con un argumento que fue utilizado por opositores a las estrategias contra la pandemia en múltiples países del mundo: la temible falta de libertad que aprovechan los “gobiernos dictadores” que, como medida de cuidado, impulsaron el confinamiento.

Este argumento de falta de libertad hizo que, con el correr de los meses, cada vez más compatriotas se vean, como indicó Jauretche en su frase citada, desmoralizados y entristecidos en la lucha contra el coronavirus. Lo llamativo es que las quejas más virulentas, agresivas y radicales a la cuarentena fueron de parte de personas que no precisamente contaban con necesidades básicas insatisfechas y, en muchos casos, tampoco tuvieron perjuicios económicos en el marco de la pandemia; como sabemos, en etapas de crisis quienes más sufren son quienes menos tienen.

Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa, realizó en el mes de junio un Instagram Live con Itziar Ituño, reconocida actriz de La Casa de Papel, en la cual contó una anécdota que me quedó grabada, la cual le da lugar al título de este artículo: se trata de la historia de un chico que, realizando una de las actividades en la Villa Zavaleta, estaban aprendiendo sobre sinónimos y antónimos, y al surgir la palabra “libertad”, luego de varias dudas en el taller sobre una definición exacta, el chico sugirió: “para mi, el antónimo de libertad, es no comer”

Esta historia es la que me llama a describir la zoncera que más se popularizó durante la pandemia: la supuesta falta de libertad. Y lo que me hace preguntarme. ¿Cuánto vale la libertad? Este artículo no busca responder sino hacernos preguntas, cuestionarnos, debatir, en definitiva invito a pensar, no creo que existan ni que sea necesario tener las respuestas a estas preguntas, sino que pueden ser un puntapié inicial de cara a desear y soñar con un país más justo.

¿Mi libertad vale 40% de pobreza, miles y miles de pibes y pibas sin oportunidades, familias sin techo? ¿Mi libertad vale tanta desigualdad? ¿Cuánto resignaría de “mi libertad” por tener un mundo mejor? ¿Estoy dispuesto a resignar algo? ¿No es obsceno tanto escándalo y oposición en que un 0,02% de la población haga un aporte extraordinario, cuando tantos y tantas que se privaron de ingresos durante la pandemia ese aporte, aunque para las planillas de Excel sea “indirecto”, ya lo hicieron? ¿O en realidad es como afirma Iñigo Errejón, diputado español, en que “Las libertades que se compran con dinero no son libertades: son privilegios para unos pocos”?

Para concluir el artículo, deseo que de cara al futuro esta sea una zoncera que identifiquemos y comprendamos para tener una mirada por un mundo diferente, inclusivo, integral e igualitario, con pensamiento crítico y bases sólidas para los debates que enfrentamos de cara a la tan necesario recuperación que el país debe llevar adelante. Y que ese camino lo podamos recorrer con alegría y esperanza.