Por Graciela Ramírez*

Se juntaron como casi todos los domingos, eran lxs hermanxs de la que fuera una familia numerosa. Y como en cada oportunidad que se comía pasta, la pregunta que se escuchaba en los celulares era “¿qué compramos, fideos o ravioles?, lo que era una formalidad, ya que en la práctica se convertía en fideos y ravioles.

Ese día estaban todxs lxs hermanxs, algunos con parte de su prole y otrxs solxs.  De las compras se encargaba Elena, una de las hermanas, y Juan, el marido de Celeste una de las mayores, que hacía unos años había fallecido. La cocina estaba controlada por Gustavo, el único hermano varón; Beti, la mayor de todas y Graciela, la menor o mejor dicho la menos vieja. De la mesa se encargaban Cacho y Rodolfo, el hijo y el marido de Graciela respectivamente; Sole, la hija menor de Beti y el marido, al que llamaremos Juan V. Ese día además esperaban a Lidia, otras de las hermanas acompañada de Valeria y Lorena, sus dos hijas.

La llegada de cada unx era recibida con profundos abrazos, esos abrazos que en pandemia se extrañan con desesperación, pero de alguna manera se compensan con video llamadas.
Como siempre, la sinergia se ponía en marcha y se convertían en un hormiguero yendo y viniendo hasta estar todos ubicados. Nunca pudieron hablar ordenadamente, pero siempre esas conversaciones terminaban en risas. Entre la sobremesa y el mate, se contaban lo que les había pasado en la semana, las preocupaciones, los conflictos, las series que habían visto y todo, todo lo demás.

Conversaciones de sobremesa. ¿qué escuchabas en la radio?

Alguien encendió la tele y comentó que estaban pasando la versión nueva de Tarzán. Y a partir de ese momento, como si fuera un dominó que se desploma, fueron apareciendo los recuerdos.

¿Se acuerdan cuando escuchábamos el radioteatro de Tarzán, al volver de la escuela? – dijo Beti- Recuerdo que a las cinco de la tarde nos pegábamos a la radio y tomábamos el Toddy, porque era la chocolatada de la propaganda. Creo que trabajaban Oscar Rovito y Mabel Landó.

Yo me acuerdo de un teleteatro que se transmitía todos los mediodías, por radio Porteña.  Tenía un personaje llamado “El negro Faustino”, creo que el actor era Audón López y Omar Aladio hacía la voz del malo- contestó Graciela-

Los domingos al mediodía, en mi casa, se escuchaba la Revista Dislocada y a la tarde La Oral Deportiva por Radio Rivadavia, que lo conducía José María Muñóz pero antes del ´58 estaba Edmundo Campagnales. Y a la tarde, los vecinos que lavaban los autos en la calle escuchaban Carburando, donde transmitían carreras de autos, creo que los periodistas eran Rouco y González Longhi – recordó Rodolfo-

¡Pero lo mejor eran los programas de música de la noche! – exclamó Lidia-. Las siete lunas de Crandall, primero con Nora Perlé y después con Betty Elizalde, era el programa de los enamorados.
En esa época a un grupo de locutoras las habían apodado las “ratoneras” por el estilo y la voz seductora que tenían cada una de ellas. Además de las dos mencionadas, se sumaban Lidia Saporito, Graciela Mancuso. Y Nucha Amengual, quien además dirigió junto con Pedro Anibal Mansilla, el programa Modart en la noche.
¿Tía, vos escuchas “La venganza será terrible”, con el Negro Dolina, en la 7.50? – preguntó Valeria-

Lo escucho y lo escuchaba. Cuando recién nos casamos y todavía no habíamos comprado la tele, en la radio sonaba Dolina a la noche, creo que el programa se llamaba “Demasiado tarde para lágrimas”. Mira lo que son las casualidades, cuando nació Cacho a la mañana escuchábamos a Mario Giorgi  en radio Provincia y ahora es el director de radio UNDAV, la universidad donde yo estudio. – aclaró Graciela-

¿Y vos Cacho, que programas elegís? - continuó Valeria-

A lo que Cacho respondió: hace un tiempo me gustaba la Mega, la FM 98.3, pero ahora prefiero escuchar noticias. Entonces a la mañana cambié por la Am 530 donde está Tognetti con el programa “Siempre es hoy”.

Valeria, que estaba muy enganchada en la conversación, le contó que ella a la mañana prefería escuchar a Víctor Hugo y por la tarde a Pablo Caruso y Valeria Delgado en “Que vuelvan las ideas”.

Una locura de azotea: sentir con el corazón y abrir la cabeza.

Así transcurrió la tarde, entre mates, facturas y más recuerdos: la música sacra que sonaba durante toda la Semana Santa; la angustia con la que nuestros viejos escuchaban las marchas militares, durante los golpes de estado; las transmisiones de boxeo; los partidos de los mundiales; y las juntadas para estudiar, en el último año del secundario que terminaban en mateadas y suspiros con los temas románticos de la noche.

Porque eso hace la radio, te permite ver a través de los oídos, sentir con el corazón y abrir la cabeza.

Aquella locura de azotea, que comenzaron Enrique Telémaco Susini, Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Romero Carranza, aquel 27 de agosto de 1920, cuando desde el Teatro Coliseo transmitieron la ópera Parsifal, de Richard Wagner. Nunca se agotó, la radio sigue de pie y todos los días, en ella hay alguien que te habla a vos y cada tanto como si te estuviera escuchando, repite lo que terminas de decir, una locura.

Desde que Radio Argentina fue reconocida como la primera de habla hispana hasta hoy, la radio resiste. En los 60, cuando aparecieron las novelas de la tele y se levantaron algunos teleteatros, hubo un sacudón, es verdad, pero respiró profundo, tragó saliva y siguió.
¿Cómo se iba a terminar, a dónde iban a sonar las voces de Antonio Carrizo, Cacho Fontana, Héctor Larrea, Hugo Guerrero Marthineitz?

Durante la dictadura cívico militar del ´76, soportó las listas negras, el exilio, el control de la programación y la emisión de la música. Durante el mundial de 1978, en silencio escuchó la voz del relator deportivo José María Muñóz, tapando con la consigna “Somos Derechos y Humanos”, los gritos de los secuestrados en las cárceles clandestinas. En 1982, con impotencia tuvo que callar durante la guerra de Malvinas, mientras Ariel Delgado desde  Radio Colonia de Uruguay, todas las noches les contaba a los argentinos que iban perdiendo la guerra.

Cuando llegó la democracia aparecieron voces que analizaban la política como las de Eduardo Aliverti y Magdalena Ruiz Guiñazú. Y el relato futbolístico incorporó la voz de Víctor Hugo Morales.

En los 80 las FM estallaron  con la aparición de la Rock and Pop, de la mano de Daniel Grinbank y el programa  Radio Bangkok, conducido por Lalo Mir y Bobby Flores.
En los 90, otra vez embistieron contra la radio. Carlos Menem con su reforma del Estado, llegó con un sinfín de privatizaciones. Pero, por otro lado, aparecieron nuevas voces como las de  Mario Pergolini, la Negra Vernaci y Ari Palliuch. Para continuar lo que hicieron los Locos de la azotea,  en 1991 irrumpió La Colifata, primera radio que transmite desde el Hospital Neurosiquiátrico Borda y es conducida por sus pacientes.

La mágia continúa

Sin que las nuevas tecnologías se dieran cuenta, se filtró en las páginas de Internet, para poder transmitir radio desde Facebook, Instagram y otros. Así llegaron los podcast y el fenómeno de Radio Cut, con los contenidos on demand.

A partir de 2015, el contexto se caracterizó por una abierta persecución ideológica, una profunda crisis económica y laboral traducida en despidos, precarización y pagos en cuota.

Proliferaron los conflictos en: Radio América, Rivadavia, Del Plata y el mundo. Las emisoras del grupo Indalo representadas por Radio 10, Mega, Pop, Vale y One. Am Belgrano 950 y Splendid.

Los directivos del Grupo Veintitrés se fugaron, vaciaron sus medios y algunos fueron vendidos. La agencia TELAM, representó un ícono de la lucha de los trabajadores, muchos de los que fueron despedidos y posteriormente reintegrados.

Por otro lado, los medios públicos como Radio Nacional y la TV pública fueron vaciados y abandonados, con una marcada baja en la calidad de sus contenidos. Situación que, a partir del 10 de diciembre de 2019, trató de remediarse nombrando a dos periodistas de reconocida trayectoria en sus conducciones: Gustavo Campana, como director de Radio Nacional y Rosario Lufrano en la TV pública.

Actualmente, conviven los podcasts con el radioteatro del programa Las dos carátulas, de la radio pública. Algo que sólo puede lograr la radio.

100 AÑOS Y LA MAGIA CONTINÚA.

¡¡POR ESO LE DESEAMOS UN FELIZ DÍA, A LOS QUE NUNCA LES LLEGÓ LA CORDURA Y SIGUEN HACIENDO Y ESCUCHANDO RADIO!!

*Graciela Ramírez es estudiante de periodismo de la Universidad Nacional De Avellaneda, participa de los talleres del Foro de Pensamiento Crítico y es colabora en el blog Noti-Digital.