El pasado 25 de Mayo hubo dos actos en nuestro país: uno (tras rejas, vallados y policías) encabezado por la coalición gobernante; el otro con el pueblo inundando las calles gritando a viva voz NO AL FMI y a sus políticas;
recuperando en banderas y consignas los valores independentistas de la Revolución de Mayo.
Sin dudas los festejos populares son como las brasitas: parecen apagadas pero se encienden para que nos sorprendamos con su crepitar de llamas que nos gritan que estamos vivos.